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jueves, 21 de octubre de 2010

El Monasterio de Sant Pere de Rodes - (parte 4 y final)

Buenas... pongámonos en pié para acabar esta visita.. no seais perezosos !!

Tan sólo nos queda ver el resto de las dependencias que en la parte superior existieron... Sólo nos han llegado los muros, sin techo, de las habitaciones y corredores... El pasillo de unión entre las torres y la terraza que da al mar... Existe un comedor para el público, pero este no formará parte del reportaje... ¿no estáis de acuerdo?

Foto del autor: Corredor entre las torres...
Foto del autor: N.. y S.. recorren el corredor..
No cuesta mucho imaginarse, al amanecer, un monje aterido de frio, inclinado contra el viento en su hábito, dirigiendose al campanario para tocar maitines y escuchar los primeros rezos... Quizás, mucho más tarde, 400 o 500 años tras ese toque, otro, de alarma, avisaba al castillo de que el monasterio estaba siendo saqueado y podríamos imaginar el descenso de un pequeño ejercito por la montaña acudiendo al "arrebato" espada en mano...

Por imaginar, nunca pongamos límite... Un par de siglos después, tan solo nos resta imaginar como los monjes salen en comitiva, dejando abiertas las puertas del edificio, sabiendo que nunca volveran a oficiar una misa en la abandonada nave... En poco tiempo, el monasterio será expoliado... y un par de siglos mas pasarán sobre las piedras y las murallas, antes de que nuestro tiempo traiga la restauración, antes de que de nuevo admiremos la obra y antes de que, insignificante en tanto tiempo, un servidor os aburra con su vana imaginación... Conoceremos la historia, pero nunca los actos...

Volviendo a donde estábamos y de donde no debería  mi mente escaparse,  en este nivel hallaremos el acceso a las torres... No es posible acceder a las alturas de la torre de defensa, pero la del campanario nos ofrece esta magnífica imagen, como burlándose de nosotros si pensábamos que lo de abajo era mejor... Orgullo de torre, ¿alguno más justificado? Y no obstante, la torre es muda... vacía de sus campanas...

Foto del autor: Impresionante vista del interior de la Torre Campanario.

Paseamos, -ya sabiendo que no nos restan rincones por visitar-, por los vacios espacios entre paredes de lo que debieron ser habitaciones y salas... El viento bate ahora estas paredes y aún así, debes pararte a contemplar el contraste del color de la piedra sobre el azul vivo del cielo...

Foto del autor: restos de los niveles superiores...
Foto del autor: terraza sobre el Cap de Creus.

Volvemos ya sobre nuestros pasos... El viejo edificio encierra mucho más de lo que nos llevamos, pese a que sálimos de él llenos e impresionados de sus juegos de luces, de sus rincones, de sus tonos y de su impresionante arquitectura... En el patio, la moderna cristalera refleja las antiguas piedras... Una eterna discrepancia separa las formas de vida entre tiempos, pero parece indicarnos, como advertencia, que el futuro no podrá ser forjado mas que sobre la experiencia de lo ya ocurrido... El que no recuerda, está destinado a volver a cometer los mismos errores, y ojalá que el respeto, no libre de humor, con que hemos pisado estas salas y robado sus vistas, sea para el viejo edificio una nueva ofrenda a lo sagrado, sea ello divino  o no...

Foto del autor.

Como último toque de interés, de melancolia, de extrañeza, el camino de retorno nos lleva a pasar ante el pequeño hospital en que los monjes atendían a los peregrinos... Sin necesidad de compartir la fé, si podemos sentir respeto por el dolor y el esfuerzo que su peregrinar suponía...

Foto del autor: El hospital se remonta a los siglos X y XI.

Quería, antes de finalizar esta crónica, hacer una última reseña, reflexión, sobre el monasterio, válida también para mil lugares mas... El edificio se encuentra en una escarpada colina, a todas luces de dificil acceso en la época y que haría aún mas dificultosa la construcción... ¿porqué en este lugar cuando a 500 metros de desnivel mas abajo se disponía de inmensos terrenos llanos y mas ricos...? ¿Por la proximidad al Dios?... No sé, quizás la respuesta sea de caracter mas prosaico... facilitaba la defensa, era el terreno que se le concedia o se buscaba la soledad que el dificil enclave garantizaba... No lo sé, pero quizás algún historiador podía iluminarnos...

El caso es que junto al monasterio, al castillo y las hermitas de Sant Onofre y Santa Elena, se han detectado también restos de una importante edificación en la zona, muy anterior, del siglo VI y cuya función no se conoce... En las laderas por las que el camino discurre, existen aún más antiguos dolmenes... parece que algo siempre se perpetúa...

En todo caso, Sant Pere de Rodes nació como una pequeña morada benedictina, creció y en algunas consultas he visto que se habla de una llegada al monasterio de importantes reliquias desde Roma, lo que dió lugar, se supone, a su auge... Roma se protegía de los ataques barbaros y enviaba lejos sus tesoros... pero nada es eterno y el monasterio tampoco... Desde luego, en nuestra memoria, si será, cada una de sus piedras, recuerdo perdurable...

Bueno compañeros... El día siguió, paseando por la localidad de Port de la Selva, por sus calles y playa deambulamos y en un restaurante del puerto repusimos fuerzas... Al volver, ya en el coche, nuestros ojos buscaron la silueta del monasterio y el castillo en la montaña... Terminamos pasando a Francia, donde en el Village de Ceret tomamos el último café del día mientras N.... se felicitaba por pisar un pais diferente con semejante comodidad...

Buenas noches... espero que haya sido placentero el viaje por el tiempo.

4 comentarios:

  1. Ole, ole y ole. Al final está bien hacerte caso de vez en cuando jijiji. Muakisssss

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  2. Anda...

    Pués claro, a ver si lo vas aprendiendo !!!

    Un beso doña N.....

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  3. ¿Para qué añadir ni una sola palabra...? Cualquier comentario desmerecería las ya escritas. El descubrimiento de un lugar espectacular y el recuerdo de lo vivido con la fuerza de unas preciosas imágenes captadas por un ojo inquieto y unas inteligentes reflexiones.
    ¿Hay que decir que me ha encantado?, bueeeeno, pues se dice. Ojalá compartas muchos más momentos con las duendecillas, se agradecen.

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  4. Hola duende !!!

    Pues claro, eso está hecho. Por ahí siempre quedará un sitio que sepamos apreciar.

    Un besote.

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